Desafíos y necesidades
En las dos últimas décadas, el comercio mundial ha vivido un crecimiento sin precedentes, y ha llegado a alcanzar más de 32 billones de dólares en 2022, simplificando el acceso a cualquier producto, independientemente del origen, y contribuyendo a aumentar la riqueza en todo el mundo.
Sin embargo, los fabricantes y comerciantes deshonestos pueden aprovecharse de la situación para lanzar productos falsificados y de menor calidad al mercado, lo que provoca problemas de seguridad y de calidad, y acaba dañando la reputación de operadores y propietarios de marcas legítimos.
Para mitigar estos riesgos, muchas autoridades reguladoras ya han establecido programas que exigen a los exportadores e importadores certificar sus productos según las normas aplicables. Aunque en algunos casos la declaración de conformidad puede basarse en autodiagnósticos y declaraciones, en el caso de muchas categorías de productos debe realizarla un organismo independiente de Pruebas, Inspección y Certificación (TIC) acreditadas por las autoridades. En el caso de los productos que se ajustan a las normas exigidas, los fabricantes pueden marcarlos (directamente o indirectamente en el envase) con un «marcado de conformidad», una garantía de calidad y seguridad para los consumidores.
A pesar de estos programas TIC, los productos de menos calidad e ilícitos siguen entrando en los mercados regulados. Las autoridades, las fuerzas del orden y las empresas ITC no tienen capacidad para impedir a todos los operadores falsificar documentos o producir certificados falsificados. Una vez que sale al mercado un producto que no cumple las normas, en la práctica, resulta muy complicado identificarlo como tal y rastrear su origen.